Para compensar mi ausencia estos días, otro artículo y muy interesante por cierto. Voy a hablaros del pasaje de las 10 plagas que nos cuenta el Antiguo Testamento. ¿Y por qué? Pues porque los científicos dan fe de que es cierto, y me parece cuanto menos curioso ver religión y ciencia en armonía y sobre un relato cuanto menos surrealista.
Cuenta la Biblia que sobre el 1.300 a. C. Moisés pidió al faraón que liberara al pueblo de Israel para que pudiera adorar a su Dios libremente. El faraón se negó en dos ocasiones, y a la tercera, como castigo, Dios le envió las 10 plagas o maldiciones: Plagas de ranas, mosquitos y langostas, peste y úlceras, el agua del Nilo se convierte en sangre, la muerte de los ganados y de los hijos primogénitos, lluvia de hielo y fuego, y el cielo convertido en tinieblas.
Sí, estas son. Y sí, los científicos aprueban que esto ocurrió de verdad. ¿Pero qué explicación científica creéis que puede demostrar semejante caso? Pues una más simple de lo que pensais. El volcán Santorini, situado a unos 800 km del palacio del faraón, el cual erupcionó en el siglo XII a. C. tiene las respuestas.
Lluvia de hielo y fuego
Las cenizas arrastradas por el aire y la lluvia ácida provocada por los gases tóxicos, responden a la lluvia de fuego. Además se originaron nubes que provocaron fuertes lluvias, y ya en la noche, por las frías temperaturas del desierto, estas pasaron a ir acompañadas de granizo.
Cielo de tinieblas
La enorme masa de humo y ceniza que acompañó al un volcán nublaría el cielo de negro durante días.
El río de sangre
La erupción del volcán vino seguida por un terremoto que fragmentó diversas zonas del fondo del Nilo, liberando bolsas de aire subterráneas ricas en hierro. Al mezclarse el gas ferroso con agua, esta se tiñó de rojo. Aquí un ejemplo de un río de Colombia de idéntico precedente.
El agua contaminada pasa a ser un habitat idóneo para los mosquitos, que anidarían y se multiplicarían rápidamente. La vida ya no es posible bajo el agua, por lo que las ranas salen a flote, y encuentran en los mosquitos y en los cultivos más garantía de supervivencia que la que tenían en el río. El brusco cambio de clima atrajo a las langostas, quienes se quedarían para largo gracias a los cultivos.
La muerte del ganado y de los hijos primogénitos
La del ganado es simple, con tan poco agua potable poco ganado podía sobrevivir, pero la muerte de los hijos primogénitos sí que despierta más intriga. En el antiguo Egipto, solo los primogénitos dormían en la planta baja de las casas. El volcán irradió una fuerte nube tóxica de CO2 y ceniza, y por su densidad esta se propagaría a ras del suelo, siendo de esta forma afectados los que dormían más próximos al suelo.
La peste y las úlceras
El ganado muerto empobreció las condiciones higiénicas, lo que propició la propagación de la peste. Las aguas contaminadas y la carne insalubre se encargarían de las úlceras.
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